martes, 11 de agosto de 2009


Chevrolet HHR


Desde principios del 2007 ,Colmotores inició en Colombia la vida comercial de este auto, inspirado en el pasado pero con soluciones mecánicas y de habitabilidad del presente y hoy sigue cautivando a los colombianos

Cuesta 61 millones de pesos en su edición de lujo y unos 57 millones en una presentación más básica pero de muy buena calidad. Lo cierto del caso es que es una atractiva opción para los que no quieren seguir al rebaño donde todos tienen de lo mismo, es decir, ser un poco mas exclusivos.

El renacimiento de viejos mitos del automovilismo no pasa de moda. Tanto en Estados Unidos como en Europa, diversas marcas han probado suerte con la vuelta a la comercialización de modelos que en su momento pasaron a la historia. El VW New Beetle, el Mini y más recientemente el Fiat 500 en el Viejo Continente, o el Chrysler PT Cruiser, el Ford Mustang, el Dodge Challenger y próximamente el Chevrolet Camaro en el Nuevo Mundo, han seguido esta línea con mayor o menor fortuna comercial.

Por supuesto, no es posible tomar los planos originales y realizar una reproducción del mito, ya que los estándares actuales en dimensiones, seguridad, confort o equipamiento los harían inviables. Sin embargo, lo que hacen en estos casos los diseñadores es extraer la esencia del vehículo original y plasmarla en el nuevo modelo, como Chevrolet con el HHR, una nueva perspectiva del Suburban de 1949, que se presentó en el 2005, se mostró en Bogotá en el 2006 y ahora, a fines del 2008, comienza a comercializarse de forma local, para aprovechar que la planta de Ramos Arizpe, en el norte de México, lo produce para todo el mundo.

Imagen conquistadora
A pesar de las características más o menos positivas de los diferentes modelos actualizados, hay una cualidad común a todos ellos: llaman la atención. Es el caso de este HHR en particular, de color vino tinto y equipado con espectaculares rines cromados (al igual que espejos, manijas y salida de escape) de 17 pulgadas, que probamos antes de que comience a circular por nuestras calles y resultó de lejos el auto en que nos sentimos más observados en lo que llevamos de historia, tanto en las calles de Bogotá como en el embalse de Chivor, en Boyacá, donde realizamos la sesión fotográfica, y sus líneas “retro” tampoco pasaron inadvertidas.

Una pequeña encuesta en el ámbito de la redacción escogió como ganador, valorando su estética, al HHR sobre el PT Cruiser, el otro familiar/MPV que antecedió a este Chevrolet y que, curiosamente, también lleva la firma del joven diseñador estadounidense Bryan Nesbitt.

Una vez repuestos de tanta curiosidad, pasamos a comprobar el interior. Allí, la primera impresión ya no es tan positiva. Los materiales utilizados, especialmente los plásticos que recubren el millaré y la parte superior de las contrapuertas, dejan bastante que desear. Nos recuerda que algunos autos gringos suelen ser más bastos y no tan refinados como ciertos modelos europeos.

Rara ergonomía
Ya a los mandos, cuesta un poco más de lo habitual conseguir la postura idónea, ya que el volante tiene un diámetro muy generoso, está colocado en posición excesivamente vertical y carece de regulación en profundidad. En cuanto a los comandos y botones, todo está a mano, aunque hay algunos elementos como el limpiavidrios trasero o los mandos de los elevavidrios que están situados en zonas poco habituales, lo cual parece algo extraño al principio.

En cuestión de compartimientos, no hay problema, ya que, junto a la guantera tradicional, se sitúa una segunda entre los asientos, así como un gran cofre sobre el millaré, muy cómodo y amplio de utilizar, pero probable factor de ruidos con el correr de los kilómetros. El equipamiento es bastante completo: aire acondicionado, ABS, control de estabilidad, seis bolsas de aire, mandos en el volante, regulación del asiento del conductor eléctrico (con ajuste lumbar), encendido de luces automático y un buen sistema de audio que incluye tweeters y woofer alojado en el lateral del espacio de carga, entre otros.

Si hablamos de habitabilidad, hay que destacar que es bastante generosa tanto en las plazas delanteras como en las traseras, pero la línea de cintura elevada limita ligeramente la visión lateral. Los parales A generan un importante punto ciego en carretera y ni hacia arriba ni hacia atrás su visibilidad es la mejor. Se agradecería la inclusión de un sunroof para mejorar el dejo de claustrofobia que se respira en el interior.

Un punto que nos dejó encantados fueron los asientos, que son firmes y nunca nos cansaron. Los apoyabrazos que ofrecen los delanteros también son muy útiles en viajes prolongados en ciudad o autopista.

El baúl cuenta con 295 litros de capacidad, sin contar con los 55 litros adicionales que se esconden bajo una bandeja móvil que puede colocarse en la posición baja normal, en una intermedia (para dividir la capacidad de carga entre dos espacios) o incluso como una bandeja rígida para ocultar equipajes, si se ubica en la posición superior. Los asientos traseros son reclinables y divisibles en partes asimétricas, lo cual permite una zona de carga muy plana cuando los respaldos están tumbados, apoyada por una red para asegurar la carga y el respectivo tapete, pues la superficie plástica normal es algo resbaladiza.

En movimiento
A pesar de que la primera impresión al acceder al habitáculo puede ser ligeramente negativa a pesar del espacio disponible, el bastidor, en cambio, es muy agradable. Al utilizar una solución de suspensiones muy tradicional, con McPherson delante y un eje torsional atrás, en el HHR han logrado un excelente equilibrio entre confort y eficacia. De hecho, en circulación tranquila las suspensiones absorben muy bien las irregularidades del asfalto, y así, gracias a amortiguadores tirando a blandos, brinda un buen confort para todos los ocupantes, incluso con sus neumáticos de perfil 50, que teóricamente, no ayudan en este aspecto.

Cuando aumentamos el ritmo para ver si la comodidad que ofrece es un problema en una conducción más dinámica, vemos con agrado que no es así, y que el HHR aprueba con creces, haciendo buen uso de la plataforma que comparte con varios modelos compactos de GM, como el Astra europeo actual, el Chevrolet Cobalt gringo y todos sus derivados. Muestra buen agarre en todo tipo de curvas y mantiene la trayectoria sin que el control de tracción o el ABS se muestren demasiado invasivos. Las ayudas cumplen con su trabajo a cabalidad. El equipo de frenos es suficiente, pero adaptado a una conducción relajada, especialmente por sus campanas traseras, detalle criticable en un auto de 170 caballos. El pedal sí lo sentimos algo suave y de recorrido prolongado.

La dirección resultó un poco lenta y desmultiplicada pero, curiosamente, se puede maniobrar con precisión a grandes velocidades y en curva, gracias al trabajo compartido con el eficaz chasis. Poder y valor
En cuanto a la parte mecánica, el motor deja más que satisfecho a quien lo conduce, con una respuesta pareja y enérgica para mover una masa de más de 1.300 kilos de peso. No se puede decir lo mismo de la caja automática, de apenas cuatro velocidades, sin posibilidad de accionamiento secuencial y de respuesta menos que inmediata. El pie derecho se encarga de subir y bajar los cambios en función de la presión que se ejerce sobre el acelerador.

Con unos consumos medios que no permiten superar los 32 km por galón, su mejor empuje lo entrega por encima de las 4.000 rpm, pero desde las 2.000 sube con gran voluntad, garantizando buenas aceleraciones y resolviendo con facilidad los complicados sobrepasos en las montañas andinas. Es suave y silencioso en ralentí y sólo nos recuerda su presencia cuando se realizan enérgicos “kick-downs” sobre el pedal. La velocidad máxima no es abrumadora, especialmente si se tiene en cuenta la potencia disponible, pero los cerca de 180 km/h alcanzan y sobran, y a esa velocidad los ruidos aerodinámicos le restan mucho confort a la marcha.

El HHR se puede comparar con medio mercado. Aunque para nosotros está muy cerca de lo que ofrece un vehículo familiar suburbano de cuatro metros y medio de longitud, brinda la practicidad de acceso a la carga de un hatchback, las soluciones de versatilidad de un monovolumen y algunas posibilidades de uso de un crossover. Pero más allá de todo, el HHR es un auto que convence por estética: entra por los ojos y va directo al corazón de quien lo elige. 53 millones de pesos no parece un valor exagerado para darse un gusto y vestirse con lo que a uno le agrada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario